martes, junio 30, 2009

niña girasol...

La niña girasol vagaba en prados con rumbo incierto, buscándose desesperadamente en otras flores como el que busca su reflejo en un espejo.

Las había tantas, de muchos colores, sus aromas parecían combinar con la esencia de ella, la embriagaban, la seducían.

Niña girasol de luz, niña girasol de Sol, valga la necesariamente innecesaria redundancia. Niña girasol sin raíces, niña girasol sedienta de agua, sedienta de calor.

Hierbajo silvestre, nadie te sembró.

Ella es ingenua, estúpida a veces y tan ingenua. Cree que toda semilla germina, que todo jardinero con una promesa de riego es una garantía. Que la tierra es fértil, que hay un mundo donde el Sol siempre está arriba. Un cenit perpetuo, estúpida metáfora que es la vida.

Nada la llena cuando tan poco podría colmarla. Las flores siempre se la complican, la vida.

La niña girasol corre, cabeza en alto, tallo erguido, abre las hojas. El viento sopla con furia contra ella. Uno a uno sus pétalos vuelan, se desgarran, hay una hemorragia bárbara.

La niña girasol ya no avanza, ahora yace tendida en una cama amarilla.