miércoles, agosto 12, 2020

37.

Hoy es mi cumpleaños. 

Quien me conoce un poco sabe que es mi día favorito del año y bueno ¿a quién no le gusta su cumpleaños? ¿qué tiene eso de original? pues nada, supongo. Sin embargo, para mi mente tiene un efecto placebo, saber que al menos una vez al año, tu pizarra imaginaria de vida se agita, se limpia y la vuelves a llenar. Algo así como el "etch a sketch" que algunos tuvimos al crecer. Y por si fuera poco, te es regalada una segunda para llenarla a la par, cada 31 de diciembre. Si arruinas una, está la otra.

Los años pesan, las lágrimas se desbordan. ¿De verdad han pasado 37 años? Y la gente te dice frases trilladas de que "no es cuántos tienes sino de cuántos te sientes". La verdad es que cuando estás en el ocaso de tus treintas, pasan toda clase de pensamientos por tu cabeza, la impotencia de ver a tus padres envejecer es inversamente proporcional a la emoción de ver cómo crecen tus hijos. Las amistades se afianzan, viejas heridas sanan, haces las pases contigo. 

Y te tratas bien. Te hablas con amor, te alimentas con amor, reparas toda una vida de ser la persona menos favorita en tu lista. Te vuelves tu cómplice, tu mejor amiga. Y limpias. Limpieza profunda, de ésas dolorosamente liberadoras. Y finalmente, maduras. (O al menos, genuinamente lo intentas).