viernes, junio 23, 2006

lucky me...


Siempre se ha preguntado qué o quién va tras ella, vela sus sueños, amortigua sus caídas y eleva sus triunfos.

A pesar de ir por la vida llevando la contraria al mundo (sus padres, sus amigos, su pareja, a veces a ella misma) y metiéndose en problemas sin que éstos la buscaran a ella, sentía cierta seguridad en si misma y la certeza de que no importando qué pasara, ella saldría.

Poco menos que una super-heroína, pero ésta no salvaba a nadie, a excepción de ella misma.

Siguiendo una línea de normalidad, pasó los años "resaltando" con buenas notas y su inteligencia siempre fue evidente. Amaba dibujar, ver llover, tener montañas de peluches y soñaba con un perro. Aún recuerda un 6 de enero en que los Reyes le habían traído su primer peluche grande, un perro arrugado al que de inmediato llamó "Rocky"; eran tantas sus ganas por una mascota real, que dejó al perro en su cama, cerró los ojos con fuerza y pidió: - Por favor, que cuando regrese de la escuela sea un perro de verdad, por favor... 16 años después Rocky sigue tan inerte como aquella mañana, adornando su cama como lo haría siempre. Este recuerdo siempre le hacía añorar su inocencia.

Ahora, a sus casi 23 años, la gente que la conocía de muchos años atrás, se sorprendía de la clase de persona que era ahora: - ¿Pero qué te pasó?- Era la típica frase que se sabía de memoria.

Ni ella misma conocía el momento justo en que perdió el camino por el que iba, y a pesar de las lágrimas, las heridas y las decisiones fallidas, sabía que no hubiese vivido tanto, ni mejor, de haberse quedado donde estaba.

Pero eso no importaba ahora, el camino seguía ahí, hecho para quien lo quisiera seguir, ella sólo se preguntaba si era un ángel, un demonio o un fantasma quien la quería hacer despertar, uno que cansado de cuidarle las espaldas, pedía un tiempo para sentarse y descansar, pasarle la estafeta de su propia conciencia y verla madurar.

sábado, junio 03, 2006

Crónica de unos minutos en la mente de una mujer muy pertubada...

Ese olor le resultaba familiar: el de nuevas esperanzas.
Una sonrisa se dibujó en su rostro mientras pensaba en todas las posibilidades que la rodeaban.

Hasta hace unos días los rumores eran la razón de querer desaparecer de ese nido de víboras con piernas, sin embargo, ahora esos mismos rumores la alentaban a conseguir sus anhelos no tan secretos, pero aún incomprendidos.

Un nuevo plan de vida surgió en su mente y en cuestión de segundos las palabras tomaban la forma de las metas y retos que nunca se había hecho hasta entonces...

"Todo requiere un sacrificio, todo requiere un sacrificio" se repetía a si misma obligándose a creerlo. Si bien no era lo que quería, esto definitivamente la acercaría más a ello.

Pasaron días en los que por momentos se aferraba a esa mentira. Ahora que la realidad le había caido de sorpresa, rió para sus adentros diciéndo: pobre ingenua...

El sentir lástima por ella misma se había vuelto un mal hábito que deseaba arrancarse cuanto antes, pero no siempre lo conseguía, ya que ese masoquismo tan suyo, le resultaba un cómodo y tibio refugio en el que se abrigaba de sus tragedias personales.

Era un enorme ego parlante, lo sabía y lo disfrutaba. Disfrutaba el sentirse diferente, no sabía si para justificar las deficiencias en su vida o sólo como una forma de salvar su decaída autoestima.
Se odiaba tanto como se quería.

Y justo hoy, cuando su cabeza parecía explotar, cuando las lágrimas y la confusión y los indicios de enfermedad no podían esperar por llegar, hoy sintió ese respiro.

Sonrió complacida al ver cómo una vez más le confirmaban ese malgastado cliché de esperar calma cuando peor está la tormenta.
Y así, sin más, de estar sentada pensando en desenmarañar sus problemas, se vió sonriendo a la expectativa de la mejor tarde de los últimos días. Su verdadero refugio de la realidad, y no sólo de la suya, era su refugio de ésta, de la tuya, incluso de la mía.


Ahora sólo mira el reloj esperando...